El rey Felipe IV presidiendo la procesión del Corpus Christi (a la izquierda)

El emperador Maximiliano cuando un labrador le salvó de una maleza (a la derecha). La primera escena alude a la ocasión en que se desató una gran tormenta, el monarca siguió en la procesión bajo una fuerte lluvia hasta que terminó. La segunda se refiere a cuando el emperador ascendió hasta la cumbre de un monte de los Alpes persiguiendo un venado, de la que luego no podía bajar. Un ángel, bajo el aspecto de un joven campesino, escaló hasta la cima y le ayudó a bajar.